viernes, 20 de marzo de 2009

La vida productiva

Quiero dedicarme a no hacer nada. Mi vida actual, por supuesto, califica como una forma de vida improductiva. Pero no es lo mismo ser un estudiante profesional que Bernie Madoff o Carlo Ponzi. Carlo Ponzi nació en Parma. Llegó a los Estados Unidos con dos dólares en la cartera. En pocos años reunió varios millones mediante un sistema de negocios piramidal. Invitaba a empresarios ricos a invertir su dinero en estampas postales que él mandaba comprar en Italia, una Italia golpeada por la crisis y la devaluación, donde dichas estampas eran más baratas que sus equivalentes norteamericanos. Al canjear las baratas estampas italianas en los Estados Unidos no por sus equivalentes postales, sino por dinero en efectivo, por dólares, las ganancias estaban aseguradas. Ponzi, claro, no invirtió su tiempo en comprar las estampas y canjearlas, sino en convencer a más inversionistas de que le entregaran su dinero, y en llenar estados de cuenta con ganancias ficticias para hacerlos llegar a sus clientes. Los clientes, satisfechos por las ganancias reportadas por Ponzi en los estados de cuenta, no sólo no retiraban sus dividendos, sino que invertían cada vez más capital. El sistema estaba condenado a colapsarse y, en efecto, cuando los clientes acudieron en masa a retirar su dinero, alarmados por un reportaje en la prensa que denunciaba el carácter irreal de las ganancias ofrecidas por Ponzi, éste tuvo que admitir que el dinero reportado en los estados de cuenta era irreal. Le quitaron su mansión.

A Bernie Madoff también le han quitado su departamento de lujo en Manhattan. Le negaron la libertad bajo fianza, también. Por eso quiero dedicarme a no hacer nada. Entrar en la vida productiva es peligroso.

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