lunes, 27 de abril de 2009

That succulent pork is mad

Mientras el mundo se preocupa por la rápida propagación de un virus de influenza de cerdo, en Veracruz nació una flor-cadáver, oriunda de Asia.

Read all about it:

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2009/04/26/nace-en-veracruz-la-flor-mas-grande-del-mundo

viernes, 17 de abril de 2009

Sometimes

A veces todo me da asco. El sabor del tabaco, el olor del refrigerador, los sonidos de la calle, las trampas que me pongo para no escribir, o las que me pongo para poder escribir.

La semana pasada se murió Lawrence Kutner. Se suicidó. En un episodio de 'House' que se llamó "Simple Explanation". Los motivos: Kal Penn, el actor que interpretaba a Kutner, se unió al equipo de Obama en la Casa Blanca. Tomó un trabajo que tiene que ver con arte, entretenimiento y las comunidades surasiáticas en este país.

Antier fuimos a Sheep Meadows. La foto es de la web. La vista es mejor por la noche.




sábado, 11 de abril de 2009

El día de hoy murió en Gijón, España, la escritora Corín Tellado, a los 82 años de edad.

jueves, 9 de abril de 2009

Don't get any big ideas

Anoche fue noche de luna llena. Los jalapeños no pican aquí en Nueva York. El tequila no emborracha, quién lo hubiera imaginado. Otras sustancias, como la Salvia divinorum (que aquí es completamente legal) sí provocan estados alterados de conciencia. Aunque aquí todo es estar alterado, caminar por la calle catorce rumbo a la quinta avenida con la luna llena en las espaldas, cruzar la calle y toparse con un gringo, seguir caminando y que el gringo se ponga a gritar, también a espaldas tuyas, a gritarte que hay demasiada gente loca en esta ciudad, demasiados extranjeros, mucha gente que viene de Corea y se queda a vivir en Nueva York, gente enferma y psicópata que sobrevive con becas o préstamos para estudiantes, saber que te lo dice a ti porque sientes casi el aliento del gringo en la nuca y traes una mochila con libros prestados de la biblioteca de la NYU. Seguir caminando y que el gringo, violento, agitado, te siga gritando que la ciudad está llena de enfermos mentales, de gente extraña, sujetos bizarros, weirdoes, freaks y coreanos. Reírte, sinceramente y no de nervios, y pasar junto a un negro que no puede ocultar su nerviosismo, su temor porque hay un gringo violento gritando por la calle catorce y el recuerdo de la horca, los linchamientos, los gringos vestidos con sábanas blancas y el negro, asustado, mira al gringo, lo ve seguirte a ti y no desviarse a insultarlo a él, siente alivio, te mira, lo miras a los ojos con una sonrisa sardónica y el negro se asusta de nuevo y cree que ha visto al diablo y quizá hasta le concede, mentalmente, algo de razón al gringo: hay mucha gente extraña en esta ciudad.
Y esta noche hay luna llena.
That song is a sweet song, and this song is a nasty song…

jueves, 2 de abril de 2009

That succulent pork is back!

En Greenwich Village, no muy lejos de mi universidad, hay un sitio llamado The Spoted Pig. Una cabeza de cerdo con repollo cuesta $21; como yo ya cumplí mi antojo de comer carne animal de calidad ‘superior’, es decir cara, varias veces (sobre lo cual no escribí nada en este blog, salvo un post, hace tiempo, cuando todavía no cumplía dicho antojo), no tengo planeado, por lo pronto, ir a comer a The Spoted Pig. Sin embargo, me he enterado por un artículo en el Times (http://www.nytimes.com/2009/04/01/dining/01pigs.html?em) de que April Bloomfield, la chef del lugar, empezó a preparar, hace un par de semanas, platillos con una raza húngara antigua de cerdos especialmente grasosos y suculentos: los Mangalitsa (ver foto al final del post). Según Bloomfield, los Mangalitsa tienen el sabor auténticamente cerdoso que todo cerdo debería tener. Como su carne es marmoleada, la grasa de los Mangalitsa se derrite en la lengua del comensal, dándole al platillo una sensación cremosa.

Los Mangalitsa surgieron durante el auge del imperio Austro-Húngaro, alrededor de 1830. Como se trata de una mezcla de razas que descienden, casi de manera directa, de los cerdos salvajes de Serbia y Hungría, los Mangalitsa se hicieron muy populares durante el siglo XIX: eran gordos, requerían de pocos cuidados, eran peludos. Luego de la caída del imperio Austro-Húngaro, tras su derrota en la Primera Guerra Mundial –la derrota del imperio, no de los cerdos–, los Mangalitsa comenzaron a perder su antigua alcurnia, pues su carne comenzó a utilizarse, principalmente, para preparar embutidos españoles. Hoy parecen estar recobrando su glamour; no son pocos los chefs, que, como April Bloomfield, están dispuestos a pagar más dinero por un Mangalitsa que por otras razas de cerdos más comunes.

Once again, pork tastes as it should: like a pig.