sábado, 28 de febrero de 2009

El tiempo

No extraño al año bisiesto. Hoy es un buen día.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Poesía internacional

Dedico este post a Richard Clayderman. Su biografía en Wikipedia afirma que Clayderman, a pesar de ser considerado un pianista deficiente por músicos, artistas, entusiastas del piano y otros conocedores, es un éxito rotundo en ciertos países del tercer mundo, donde tiene “un curioso nicho de mercado”. Se le considera, según la Wikipedia, “un símbolo del kitch”.

México es, al parecer, uno de esos países del tercer mundo en los que Clayderman tiene un curioso nicho de mercado. De hecho Clayderman, quien es francés –su nombre, antes de ser Richard Clayderman, fue Philippe Pagés–, se presentó en la ciudad de Aguascalientes esta semana. Tras dicha presentación, alguien sustrajo de su cuarto de hotel cuarenta mil dólares que tenía guardados ahí. El dinero era parte del pago recibido a cambio de su concierto musical. Según las autoridades, el principal sospechoso del robo es un botones del hotel.

Por supuesto, no puede hablarse de Clayderman sin pensar de inmediato en Ray Conniff. Ahora bien, para comprender la naturaleza del fenómeno, es necesario ver a Ray Conniff dirigiendo a su orquesta: http://www.youtube.com/watch?v=7ZooSYFNVOs&feature=related. La canción es Bésame mucho, y fue compuesta por Consuelo Velázquez, orgullo de México, compositora prodigio conocida a nivel internacional incluso antes del surgimiento de Youtube. Según la Wikipedia, Velázquez compuso Bésame mucho a la edad de quince años, antes de haber sido besada. Al parecer, se inspiró en algún aria perdida en una poco conocida ópera española.

Además de Conniff, otros músicos anglosajones han grabado versiones de Bésame mucho –entre ellos Los Beatles–. Hay que ver a Ray Conniff dirigir su orquesta a fin de conocer ciertas simas del alma humana, conocer el ridículo, la pena ajena, saber que Conniff y Clayderman siempre tendrán un nicho de mercado en países del tercer mundo, países como México que engendran compositoras como Consuelo Velázquez e instruyen a sus botones para que asalten a sus ídolos rubios. En el tercer mundo vive gente como Luis Alfredo Garavito, como Consuelo Velázquez y como Ray Conniff y Richard Cleyderman. A lo más que puede aspirarse es a ser un símbolo del kitch.

lunes, 9 de febrero de 2009

Poesía peruana


¿Se supone que el video de Wendy Sulca debe dar tristeza, risa, indignación, vergüenza o rabia? ¿Incitar a la burla? ¿O ninguna de las anteriores? Pobre de Wendy y de Amapolita, cómo nos burlamos de ellas. Porque a mí, claro, me da risa, como a casi todos mis amigos. Pero hoy alguien me preguntó que si yo estaba a favor de Andrés Manuel López Obrador y me quedé pensando si me lo habría preguntado porque vio este video en mi blog. Probablemente no es así, pero a mí no se me hace tan descabellada la asociación: "por el bien de todos, primero los pobres", "cerveza, cerveza", etc.

En fin, lo dicho: me da risa, pero también me hace pensar en un historiador bengalí que insiste en que la globalización no le quita a Wendy Sulca su estatus de pobre, provinciana y jodida. Entonces, cuando pienso en Chakrabarty y vuelvo a ver ese video, recuerdo a un amigo que hace poco me recordó un ensayo de Chesterton y al que le dije que siempre que escucho a Amapolita, no puedo dejar de pensar en César Vallejo.

Por supuesto, debo aclarar que a mí Vallejo también me da risa.

viernes, 6 de febrero de 2009

Homo animalibus lupus


Pude al fin, después de varios años, hablar por teléfono con mi primo, que ahora vive en Dallas. Me entero de que es vegetariano. Pero antes de que pueda yo decirle algo al respecto, me insiste en que no se volvió vegetariano a causa de los animales. Es decir, no es que les tenga compasión a los animales o que le parezca cruel comérselos –es más: él dice que es un derecho divino del ser humano el comerse a cuanto animal se le antoje, si así lo desea. Entonces, no es vegano, ni cayó bajó la retórica de Peta, ni nada de eso. Le parece más sano comer vegetales, gluten y pasta, es todo.

Yo le dije que yo ni quiero ni puedo dejar de comer carne roja. No quiero, y nunca lo he considerado. He tenido amigos vegetarianos. La Señorita O, por ejemplo. Tony, un amigo que estuvo conmigo en la preparatoria y que intentó ser vegetariano por un rato. Él, por cierto, me contó alguna vez de sus crisis sangrientas, en las que se le antojaba comerse un kilo de carne asada, molida, milanesa, lo que fuera.

Soy carnívoro, aunque la verdad sí trato de limitar mi ingesta de sangre bovina. Intento comer muchas aves, varios peces, mucha, mucha lechuga y algunas leguminosas. También me gusta la pasta. Pero ya estoy esperando una ocasión especial para comprar un par de New York stakes en un mercado fresa que se llama “The garden of Eden”, en East 14th Street. Tendrá que ser una ocasión especial, porque los voy a cocinar yo… ya se me hace agua la boca al pensar en el centro crudo, en la pimienta, la sangre en el plato y la botella de tinto. Mientras tanto, comeré mondongo en el dely que tienen unos dominicanos a dos calles de mi depa.